En este artículo:
- Vamos a recapitular brevemente lo que hemos platicado hasta el día de hoy
- Vamos a hablar de la toma de conciencia y de responsabilidad que tienes sobre tu propia vida
- Vamos a hablar de los culpables
- del cambio que es posible
- de lo que implica este cambio
A lo largo de los últimos 5 artículos (y podcast), hemos explorado ligeramente cómo nos afectan las crisis sociales.
El efecto que la incertidumbre y el derrumbe o cambio de las significaciones sociales que justifican nuestros actos y dan valor a nuestras creencias, tiene sobre nuestra identidad y nuestra experiencia en y con el mundo.
Hemos mencionado -superficialmente- el (ab)uso político que de esto es posible y cómo las mismas instituciones fomentan, algunas veces de manera inconsciente pero muchas otras de forma consciente e intencionada, estas condiciones o sus efectos.
Exploramos la manera en que la inercia de la vida puede terminar por arrebatarnos nuestras posibilidades de elegir y actuar de manera consciente y de atender a nuestros propios deseos y necesidades.
Develamos que muchas veces nuestras acciones no son actos de sentido sino que simplemente estamos repitiendo por condicionamiento.
La advertencia queda para todos nosotros: el sinsentido que ocultamos bajo la alfombra un día nos estallará en la cara.
Nunca es muy temprano para cuestionarnos por el tipo de vida que llevamos, y qué podemos hacer para cambiarla.
Culpables

Los últimos artículos fueron de hablar y sumergirnos en el “mal rollo” de nuestra situación social actual, de nuestra falta de conciencia y el poco control que solemos llevar en nuestra vida.
Se habló de lo incómodo, de lo que está mal, pues no se le debe maquillar con una falsa actitud positiva.
Se le deja la puerta abierta de par en par para que entre y lo miremos de frente, que nos confronte y ya movidos, seamos capaces de emprender acción.
Tomar la responsabilidad de cambiar lo que podemos y de buscar la manera de seguir y aprender convivir con lo que no podamos.
Por otro lado, también puede generarse una confusión a partir de lo expuesto.
Reflexionar y reconocer la influencia y determinaciones que nuestro entorno ejerce sobre nosotros puede hacernos querer creer que la responsabilidad está fuera de nosotros.
Que si somos lo que somos y nos duele lo que nos duele, la culpa la tiene algo y alguien más.
Lamento romper tu corazón, pero ni es así, ni es tan sencillo.
Que lo que somos se configura en un “tira y empuja” entre las determinaciones internas -psicológicas- y las externas -sociales-, es cierto, y tristemente, en la mayoría de los casos, en esta configuración la voluntad y la consciencia tienen una participación muy limitada.
Sin embargo la responsabilidad es nuestra.
No le pertenece a nadie más y nadie más la va a tomar por ti.
Podrán querer seguir controlándote y decidiendo por tí, es cierto, pero cuando las cosas salgan mal, es a ti a quien van a culpar y te pueden abandonar a tu suerte.
La responsabilidad es tuya.
Pero eso también quiere decir que las decisiones deberían ser tuyas, igual que el rumbo de tu vida. Eso abre las limitaciones de tu libertad.
Lo que tienes que aprender es a poner límites, a ti y a los demás.
Lo que tienes que aprender es a hacer apuestas (tomar decisiones).
Cuando no logras ser tú quien dirige su vida, quien apuesta por un sentido y por su propia vida, entonces sí, terminas como un mero ser del condicionamiento social, reproduciendo sin más sus formas.
Llegando a confundir el dolor y la tristeza inicial que provoca el salirse y descolocarse de la inercia con la miseria que produce una vida sin sentido.
Y aquí hay una trampa, porque un psicólogo que no sepa reconocer esto, podría ayudarte a regresar a la inercia, no a crear una vida con sentido. (Oh las cosas que he escuchado).
Voy a plantar esta preocupación y me iré lentamente…
Hacer-se (y) responsable
Tomar la responsabilidad es hacerse cargo de la propia vida.
De cómo es hoy.
Entender cómo llegaste a este presente y por qué dejaste que sucediera ¿Qué te movió o qué te paralizó?
Y hacerte cargo de cómo quieres que sea, de aquí en adelante.
Hacer con lo que han hecho de ti.
Y esta es la oportunidad de recuperar el protagonismo en el cuento que te cuentas.
De volverte autor de tu propia narrativa.
Es decir, de contar, y esta vez de manera consciente, el devenir de tu vida, sus giros, su pasado, sus condiciones de existencia y su presente, su proyecto de futuro. Uniendo los relatos y capítulos de tu vida en un todo cada vez más conectado y con más sentido, dejando de tirar historias inconexas y fragmentadas por aquí y por allá.
Photo by Luis Quintero on Pexels.com
Hacer-se responsable es meterse en el proyecto de entender y poner consciencia en lo que haces, de dar sentido a tus acciones, dejando nada más de reaccionar y eligiendo tus actos y sus consecuencias.
Por supuesto que no es nada fácil salir del automatismo.
Y para aligerar tensiones diré que nadie lo es siempre y todo el tiempo (consciente).
También diré que no tiene nada de malo que te dejes fluir con la inercia. Siempre y cuando tengas claro el abismo de diferencia que hay entre elegir “fluir” y simplemente ser llevado.
Crecer tu toma de responsabilidad hará crecer tu toma de consciencia y hará crecer tu autonomía y libertad.
El cambio se abre como posibilidad. Y se presenta la posibilidad de influir en ti mismo.
De fortalecerte y de crecer personalmente.
¿Dónde empezar?
No se trata de cuestionar todos y cada uno de los aspectos de tu vida… lo que sin embargo a la larga te ayudaría no sólo a desarrollar crisis existenciales (que no son necesariamente malas) sino a llevar una vida más significativa.
Empieza por lo sencillo, en los aspectos de tu vida
¿Qué te duele? ¿Dónde se siente como que algo no está bien?
Tómate un par de minutos, de verdad, para pensar al respecto.
¿Lo tienes?
Pues ahí es donde puedes empezar. En eso que ya pudiste reconocer como fuera de sitio o como encajado más de a fuerza (🥚) que porque sea su lugar.
Vamos a llamar a este dolor, a esa ansiedad y estrés sin rostro o a esa sensación de absurdo y sinsentido, a esta cosa que se repite como si la vida o el destino se estuvieran encajando contigo, el síntoma.
Los síntomas son incómodos, saben estropear momentos y quitar el sueño, no se van con pastillas mágicas (aunque pueden ayudarte a hacer como si no los tuvieras, pero ahí van a seguir).
El síntoma es parte de la cara fea de tu “todos los días”.

Pero los síntomas te pueden salvar.
Porque son señalamientos, es el dolor e incomodidad que te están diciendo:
- “¡Hey, aquí hay algo que no me cuadra”
- “Ya me cansé de cargar con esto”.
El síntoma no es lo que está mal (y ojo aquí con confundirte).
El síntoma es lo que te dice que hay cosas y aspectos de tu vida que no están bien.
Ese dolor es un des-colocamiento, que en lugar de reconocerlo ya sea como un conflicto entre partes contradictorias en el interior de tu mundo interno, o entre tu y la realidad externa, lo estás actuando sin saber, te lo estás llevando al alma, a tu mente o a tu cuerpo.
Hacer-te responsable también implica la puesta en orden de ese conflicto.
Dejar de actuar el síntoma al buscar y descubrir su causa, para que una vez que la descubras, puedas tomar acción.
Es una batalla interna.
Porque así como hay una parte de ti que está sufriendo hay otra u otras que dicen “Mñeh, mejor así, es más fácil, menos esfuerzo, menos bronca”.
A cuánto nos atrevemos por no atrevernos (a cambiar).
Llegados a este punto lo mejor que puedo desearte es valor y resolución. Porque como ya viste hacer-se responsable es hacerte cargo de ti, meterte en el gran proyecto de tu vida… literalmente.
Una tarea con enormes y bellísimas recompensas y también con mucho trabajo, mucho esfuerzo y sí, mucho dolor.
Con un costo.
Porque por mínimo que sea el cambio eso hará que otros aspectos de tu vida también se movilicen, habrá resistencias, tanto tuyas como de los demás.
Muchos de los que estaban acostumbrados a sacar algún provecho de tu estancamiento actual o que simplemente se sientan confrontados por tu cambio, porque les cuestiona lo que ellos mismos están siendo o les molesta que tu puedas cambiar y ellos no, te van a reprochar, “es que tu no eras así”.
Te vas a sentir descolocado a ratos, porque te vas a cuestionar lo que estás haciendo y te vas a dar cuenta que muchas de esas cosas no te van.
Te hará moverte, salir de las tierras que no te pertenecen y buscar un terreno que te sea más fértil.
Quien sabe, a lo mejor florece tu esencia (somos unos románticos).
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No hay recetas mágicas para empezar el cambio. Se trata de tomar una decisión y buscar los medios para sostenerla en el viaje.
Puedes intentar hacerlo por tu cuenta. A través de la lectura, la reflexión y un esfuerzo por hacer consciencia, por sobreponerte a los auto-engaños y explorar las razones que te trajeron al momento presente sin caer en parcialidades, sin cortar la realidad a la manera en que mejor te convenga a pesar de las incomodidades.
O puedes buscar ayuda. La guía y el acompañamiento de un profesional que te ayude a explorar y entender el pasado que configura tu presente, que te contenga y que también te confronte con la realidad, con tus propias cegueras y sorderas, que te aporte las herramientas para hacerlo.
Que haga del encuentro con la conciencia un evento inescapable a pesar del dolor que implique.
Que te ayude a descubrir tu proyecto y las apuestas a las que sí estás dispuest.
Las que te dan sentido.
Que te ayude a darte cuenta que la pluma y la voz que tienes son las que deben estar escribiendo y dictando tu propio cuento. Tu propia historia.
Y como consejo, nunca permitas que una mala experiencia te desanime a seguir buscando la ayuda que te hará bien. Encontrar tu psicólogo puede ser como comprar tu varita mágica, no siempre la primera será la adecuada para ti, no te desanimes.
Si tu ya estás listo para enfrentar tu gran proyecto y decides que acompañado llegas más lejos, te dejo el enlace para que puedas escribirme. Veremos la mejor manera en que pueda ayudarte y agendaremos tu primera cita.
Como toda gran historia tendrá sus retos, sus monstruos y calabozos, a veces irás con fuerzas sobradas y otras veces sentirás que ya no puedes. El éxito de tu aventura se construirá en la voluntad con que puedas sostenerte en compromiso contigo, pero no irás sólo en tu jornada.
El éxito de tu aventura te volverá a hacer protagonista en tu propia historia.
Si estás listo para empezar, hay un primer paso que debes dar…
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