En el artículo anterior comenzamos por perfilar un poco sobre algunas consecuencias que las grandes crisis sociales representan para nuestra vida cotidiana, mencionamos dos muy importantes:
- Falta de claridad
- Ausencia o el debilitamiento del sentido y del propósito de lo que hacemos
Estas situaciones se vuelven al mismo tiempo, causa y efecto de incertidumbre, es decir la falta de certezas.
Lo que a su vez fortalece la falta de claridad y amenaza nuestro sentido, volviéndose una dinámica recurrente sobre sí misma.
Existe un gran sentimiento social de incertidumbre.
Que se traduce en angustia y ansiedad.

Una de las preguntas álgidas a las que te enfrentas todos los días es:
«¿Qué puede ser real o verdadero para mí?«
La incertidumbre permea y toca hasta lo más profundo, interfiere con la experiencia que tienes de ti mismo, de los demás, la visión que construyes del mundo y la proyección que haces de tus posibilidades.
El ser humano está sujeto a sus necesidades. Necesidades que sólo pueden satisfacerse en la experiencia social
(desde lo más básico: alimento, trabajo, amor, hasta lo más complejo: reconocimiento, desarrollo personal, espiritualidad)
y cuando esa experiencia social está caracterizada como insegura, poco clara o (y) engañosa incluso, esas necesidades tienden a frustrarse y con base en esta experiencia construimos un mundo interno que nos mantiene en la incertidumbre.
Como consecuencia, ya no sólo tomas la incertidumbre desde afuera hacia el interior de tu mente, sino que la empiezas a proyectar en la forma en que ves, entiendes, vives y te relacionas con el mundo.
Se escapa de las manos y del control, se realimenta y mantiene su continuidad.

Por si fuera poco, desde afuera, en el aparato y estructura social, existen las condiciones e instituciones que sostienen y reproducen esa incertidumbre.
Por un lado se despliega una pedagogía del terror (las noticias en televisión y redes que también van condicionado a repetir los mensajes de miedo) que no sólo señalan una problemática real sino que se vale de ella constante y repetitivamente para inducir y sostener el miedo, genera inseguridad y socialmente nos lleva a querer entregar el control de nuestras vidas.
No de a gratis gran parte de la población comulga con la idea de que la temida militarización del país es un mal, pero necesario.
Al respecto incluso hay una bellísima escena en la película de “El Capitán América: El Soldado del Invierno”, donde en un interrogatorio a un agente de Hydra, este explica que la forma más eficaz de tomar el control de una sociedad no es arrebatarlo por la fuerza, sino llevarlos al punto donde sea la sociedad misma quien quiera y “necesite” entregar el control.
Por otro lado, una falta de atención y una hiperactividad que se fomenta todos los días en el uso de Internet (sobre todo de las Redes Sociales Digitales) son abono para la ansiedad y refuerzan la falta de claridad, sin la capacidad de concentrarte no puedes aclarar nada.
El scroll infinito entre publicaciones, el consumo que repartes entre una red y otra y el bombardeo de publicidad se pelean encarnizadamente por tu atención, y tu, atento a todo, terminas desarrollando la habilidad de no concentrarte en nada.
Por otro lado, recuerda que es en Internet donde bebemos cualquier contenido ideológico, indiscriminadamente, a rajatabla, y mucho de ese contenido ideológico, conducido por maravillosas estrategias de marketing fomentan tu sentimiento de incertidumbre, inseguridad e incompletud.

Ni Internet ni las redes son malas per-se, es sólo que estamos MUY pegados, muy dependientes y muy poco responsables de nuestra manera de interactuar con el mundo digital.
La constante sensación de incertidumbre genera ansiedad.
Te mantiene en un constante estado de preocupación que el cuerpo paga con el estrés. El estrés enferma, va minando al cuerpo y sus capacidades, y a la larga termina enmascarando otros malestares y pierdes la capacidad de identificar qué o cuál es el problema.
Debilita la capacidad de atender efectivamente a la realidad, te encierra en los escenarios de tu mente, poco a poco pierdes la capacidad de identificar verdaderos riesgos y la capacidad de actuar adecuadamente.
Todo esto también repercute en el reconocimiento de tus deseos y de tus verdaderas necesidades. Convirtiéndose los primeros, en verdaderos desconocidos.
¿Cómo apuntar por lo que deseas si te encuentrass constantemente en estado de alerta, si el mundo externo se refleja en tu interior como un terreno inseguro donde ni siquiera te deja entrever el rumbo que quieres dar a tu vida?
En constante estado de alerta terminas buscando el camino más seguro, el que se tambalee menos y eso puede volverte dependiente de los designios de otros.
No podemos ni siquiera renunciar a tu deseo cuando la incertidumbre y la falta de claridad no te permite ponerle un rostro, una forma, cuando estas constantemente distraídos, mirando a todos lados buscando lo que acecha y que de alguna manera “no está ahí”.

¿Entonces, cómo iluminar cualquier expectativa de futuro cuando el presente se siente tan fangoso?
En primera, los lotos florecen en el fango, lo necesitan.
En segunda…
La incertidumbre parece y es inevitable, es un carácter de la realidad que no podemos evitar, pero lo verdaderamente importante es cómo la entiendes y te relacionas con ella.
Un primer paso es dejar de cargar la incertidumbre con aspectos negativos y reforzar un mensaje que compartimos en el artículo anterior, si las cosas no están dichas, fijadas, desde ahí es desde donde puedes construir.
La incertidumbre puede representar la oportunidad y la responsabilidad de empezar a tomar decisiones.
¿Qué más puedes hacer para salir del paso de las preocupaciones y ansiedades?
Un esfuerzo por reconocer tu propia incertidumbre, por reconocer el rostro de tus preocupaciones, su contenido.
De acuerdo, estás preocupado pero ¿Por qué? Lo interesante aquí va a ser darte cuenta de que muchas de tus preocupaciones no tienen una forma definida todavía, muchas veces es sólo una sensación vaga, algunas son añejas, como miedos que se formaron en tu pasado y de los que no has podido liberarte, otras se proyectan a escenarios del futuro que no sólo desconocemos sino que de repente no parecen muy apegados a la realidad.

Frente a esto, te ayudará dejar de alimentar el fuego, reajustar tu mundo interno.
Es decir, dejar de alimentar la cadena de pensamientos que se anudan y que parten de las preocupaciones
(estamos hablando de esas preocupaciones que se asientan sobre escenarios irreales o poco probables y que en este momento no está en tus manos resolver),
no puedes poner tu mente en blanco, siempre habrá pensamientos, pero lo que sí puedes hacer es un esfuerzo por dejar de desarrollar esos escenarios, no darles tu atención, si ya se presentó el pensamiento está bien, reconócelo, pero no lo sigas alimentando, no te concentres en él y déjalo ir.
El tipo de pensamientos que te persiguen están en estrecha relación con las características de tu mundo interno.
¿Quieres comenzar a darte una idea de cómo es ese mundo interno? Tus miedos e ilusiones son una primera pista, también puedes empezar por preguntarte ¿Cómo es la vida para ti?
Nuestra imagen y representación de la vida está siempre en relación con el mundo externo, toma las experiencias buenas y malas que vamos teniendo y se influencia de nuestros pequeños y grandes círculos sociales, el día de hoy para muchos de nosotros una de las más grandes influencias es internet.
¿Qué es lo que vemos en redes?
Si no tienes cuidado puedes terminar encerrado en una burbujas que te presenta un aspecto muy limitado de la realidad, medianamente narcisista, y a veces llena de mensajes que afectan tu claridad y tu paz, una realidad que si bien, no es precisamente falsa, puede falsificar algunas de sus características.
¿Te agrada tu mundo interno, te hace vivir con paz o estás constantemente preocupado y te hace sentir frustrado?
Quizás sea momento de empezar a cuestionarlo, a desmontar tus callejones sin salida y sus edificios rotos. Puedes hacerlo solo, por supuesto, pero siempre estará a la mano la ayuda de un profesional que pueda acompañarte para reconstruir ese mundo. Y, de alguna manera, al estar aquí, en este espacio, puedes empezar la tarea.

Por último, y una de las tareas más complicadas: Hacer apuestas de sentido.
¿Cuál es el propósito de todo lo que estás haciendo? ¿Estás viviendo con intención o los días te llevan a donde quieren y a donde pueden?
Para que tus acciones sean actos de sentido y no meros condicionamientos de un laboratorio social, primero debes descubrir tu propio deseo, rescatarlo y defenderlo, darle valor, creer en él y en lo que quieres, en lo que necesitas.
Cuando estas apuestas sean firmes podrás enfrentar la incertidumbre de otra manera, con tus propias fuerzas, tomando tus decisiones, enfrentando las derrotas en el camino y abrazando las victorias, creciendo, viviendo con intención.
De eso se trata adaptarse de manera activa a nuestra realidad, negociando con ella y no sólo resignarte a las dificultades y las barreras, como siendo arrastrado por la inercia.
No confundamos nuestra resiliencia con la resignación.
La incertidumbre es inevitable pero recuerda que también hay una posibilidad de relacionarse diferente con ella, reduciendo las preocupaciones y ansiedades, aprendiendo a vivir un poco más tranquilo, más en paz.
Dejando de estar atrapado en el pasado y lanzado siempre al futuro para estar un poco más presente.
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¡Nos leemos en el siguiente!
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